lunes, 28 de octubre de 2013

Fábula sobre la independencia de Catalunya

EL NUEVO ESTADO
(ESBOZO DE ODIOS)

           
            Me he encontrado tus lágrimas en una lata llena de moho. Estaba en un armario viejo y alcanforado. En ocasiones hicimos el amor en la mesa desvencijada que hay entrando a la cocina.
Tu silencio después de hacerlo era algo más que explícito. Ciertamente acusador diría yo. Me exigías más de hora y media de adoración. Y yo solo podía chisporrotear velozmente como la madera seca que ardía en la chimenea que tu madre tenía en la vieja casucha de la afueras.
Solemos creernos más importantes que esta guerra que provocamos.
Ya no nos importan los miembros sangrantes de los heridos. No nos importa el sufrimiento, ni los sueños que ahogamos en sangre. La Arcadia que imagino el líder no nos sonaba a Orwell ni a Bradbury porque no los leímos. Nos sonaban a la mierda que vomitaba la televisión a todas horas. Nos hacía entrecerrar los ojos y crepitar ansias hacia adentro. Saltaban y aparecían los fusiles para lanzar fuegos artificiales de días mejores. Allí nos sacudíamos pesados yugos que nacían y agonizaban en nuestra imaginación de enfants terribles.
La última vez que nos besamos la boca nos sabía a humo.
En las principales autopistas de peaje se hacinaban miles de vehículos en éxodo bíblico. Los prohombres del régimen brindaban con champán de la tierra. Y escupían bilis que se convertía en el nuevo rocío mediático. Amanecer de la nueva Tierra Prometida.
Pero después de ese último beso llegaron los empujones. Las noches desveladas. Llegaron los uniformes improvisados y las paredes derrumbadas. El olor a quirófano en la calle. El crujido de los dientes que se parten allí dónde la gente había visto enormes partidos de fútbol. En el córner de las estrellas donde ahora se posaba un nido de ametralladoras sobrecalentado.
Avanzamos a hurtadillas tras la voz poco épica de un capitán de fusileros voluntarios (voluntarios so pena de muerte del consejo de guerra). Ordena “al suelo” y “atentos” con una voz afeminada muy poco marcial.
Le gustan bastante más las pollas que las ametralladoras. Yo preferiría estar en los viejos burdeles de los barrios del casco antiguo. Al menos dormiría calentito y comería pescado del puerto.
Ya nada es lo soñado. Lo soñado se ha enfangado. Todo ha muerto en la avaricia intensa de los hombres orondos que nos empujaron al acantilado.
Los hombros me pesan. Tus pechos perfectos. Tus labios. Me ahogan. Me hunden en la nostalgia de los tiempos pasados. De los tiempos fusilados por imperativo de las nuevas leyes. De este nuevo estado aciago que se alimenta de los odios y de la calidez de la sangre que se derrama, se enrosca y se mezcla con las lágrimas en malicioso y excelso cocktail.
Me recuesto tras la barricada húmeda con el dulzón aroma de la pólvora llenándome los pulmones. Hombres inútiles que no quieren amar. Hombres que olvidaron el juntos por el egoísmo personal detrás de un fusil calado con su bayoneta. Afiladísima. Reluciente. Cortante.
De la tierra se eleva el polvo y el dolor. Por la noche todo el mundo musita palabras de reproche que se sumergen en alcohol barato para espesar los odios antiguos. Entelequias que se van durmiendo.
Me quedo tumbado de costado. Mirando a una cocinera de pechos generosos. Yo sí que odio a los que vinieron de arriba echando mierda a los que soñábamos en paz. Solo quiero empujar a la cocinera y llenarle el alma de besos, de saliva dulzona, de amor desquiciado. Es la única respuesta para suicidar la megalomanía estúpida de los dueños de las mentiras.
Pegarme un tiro en la cabeza y esparcir mis sesos por los malditos rincones de esta maldita tierra de ególatras que se creen dioses.
Hoy se pone el sol. Que nadie os venda paraísos multiformes porque solo existen aquellos que vuestra eléctrica cadencia cerebral haga suyos.
Hoy se pone el sol por la mañana.

La cocinera se reprieta los senos. No le aguantaría ni un asalto. Pero sería el sexo de mejor calidad de mi corta vida. Lleno del sentimiento de crear entre tanta destrucción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario